Segunda temporada
Prólogo / Epílogo de la primera temporada:
Tras derrotar sin extraordinario problema (a pesar de lo que quiso resistirse) al nigromante jefe de las Cuevas del Caos y escapar por los pelos por el acueducto hasta el exterior (llevándose consigo el trozo de pergamino del nigromante), el grupo de aventureros volvió a la fortaleza de la que partieron hacia las cuevas.
Día 1:
Cuando llegaron a la fortaleza, ésta estaba muerta. Los cadáveres estaban esparcidos por doquier y no había rastro de vida alguno. Cuando el grupo estaba debatiendo a las afueras de la fortaleza sobre qué hacer, vieron salir corriendo todo lo rápido que podía a un elfo con pintas de ladrón, pasando de largo justo por delante de ellos. Parecía huir de algo, y para cuando los demás se preguntaban de qué podía ser, vieron cómo los cadáveres salian a montones de la pequeña ciudadela, tras ellos, con lo que todos siguieron al extraño elfo con el fin de salvar la vida. Los recién reanimados cadáveres no se movían demasiado deprisa, con lo que al cabo de un rato de carrera consideraron que estaban a salvo, e hicieron las presentaciones necesarias.
- ¿Quién eres?- Dijo Kyel tomando la palabra.
- Me llamo Blitz, soy un pedazo de hijo de puta así que no me mires mal o te rajo la cara.
- ¿Y qué hacías dentro de una fortaleza llena de cadáveres?- Inquirio el explorador.
- Yo estaba drogándome durmiendo tranquilamente en la posada y cuando desperté estaban todos muertos. Cuando salí de allí indagué un poco y de pronto empezaron a levantarse todos los cuerpos. Pero bueno, creo que lo importante era alejarse de allí, así que, ¿qué más da ahora? En fin, ¿tenéis algún rumbo en particular? Podría acompañaros, así yo estaría más protegido y vosotros podrías aprovechar mis habilidades.
- ¿Y qué sabes hacer tú, aparte de robar?- Dijo secamente el espadachín.
- No soy un vulgar ladrón, pelanas. Se me da bien encontrar trampas y desactivarlas, entre otras cosas. Además, siempre viene bien un brazo armado más.
- Está bien, dejaos de cháchara. Únete a nosotros si quieres, nos dirigimos a Aguas Profundas para intentar descubrir qué ha pasado aquí. - Intervino de pronto Kira.
- ...- Dijo Nazaaha.
- Bien, prosigamos nuestro camino, pues.- Resolvió Tanthalas.
- Está bien... pero te tendré vigilado de cerca, pícaro. - Dijo con resquemor Kyel, poniendo énfasis en la última palabra.
Blitz hizo una mueca y se rió.
Viajaron sin altercados durante algunos días hasta la ciudad de Aguas Profundas y llegaron sin problemas. Entraron por la puerta del sur y comenzaron a caminar por las calles. Kyel divisó a quien le pareció ser un guardia de la ciudad que acababa de terminar su turno y se marchaba a su casa. Se acercó gentilmente y le saludó:
- ¡Buenos días, mi buen señor!- Saludó Kyel alegremente.
- Buenos días, joven.- Respondió el guardia con amabilidad.
- Por vuestra apariencia, dejáis ver a la legua que sois un gran soldado, un hombre bien armado y experimentado.
- Sólo soy un guardia de la ciudad, pero te lo agradezco. ¿Puedo ayudarte en algo?
- Desde luego, Ser. Al veros he imaginado que sois gran conocedor del buen acero, y me preguntaba si podríais indicarme dónde puedo encontrar un sitio en el que vendan equipamiento de combate de calidad.
- Oh, conozco a un herrero expléndido. Está tres calles más allá, es un joven con mucho talento.
- Muchas gracias, señor, sois un gran hombre.
- No hay de qué, muchacho. Buena suerte.
El grupo siguió a Kyel y acabaron llegando al puesto que el guardia le había indicado. Un local humilde y sin paredes, donde un joven muy muscoloso y sudoroso se hallaba martilleando el acero al rojo y bañándolo en un cubo de agua.
- Me estoy poniendo cachondo.- Reconoció Blitz.
Se acercaron y renovaron su equipo: vendieron lo que ya no les servía, algún equipamiento que encontraran en las cuevas del caos y lo que consideraron rentable, y compraron armaduras, armas nuevas, etc. Kyel le dejó los restos de su katana rota para que la reparase y el herrero le dijo que fuera a recogerla al albor del día siguiente.
Volvieron a callejear y encontraron una joyería. Tanthalas y Kyel entraron para vender las gemas y tesoros similares que habían encontrado en las Cuevas del Caos. Dentro, un anciano regentaba el local. Thantalas le mostró su mercancía y vio que el dueño estaba intentando estafarle, y enfureció.
- No puedo darte más de doscientas monedas de oro por esto.
- ¡Phir Talát!- Exclamó en lengua élfica, al tiempo que le agarró del cuello de la camisa y le amenazó.- No trates de estafarme, anciano, o serás tú el que pague un alto precio.
- Está bien, te daré quinientas piezas de oro, pero marchaos ahora mismo de mi tienda y no volváis jamás.- Concluyó el anciando, atemorizado.
- ¡Eh, yo no he tenido nada que ver!- Intentó excusarse Kyel.- Deberías mirar mi mercancía antes de...
- ¡GUARDIAS! ¡GUARDIAS!- El anciano empezó a gritar, pero enseguida Kyel saltó el mostrador y lo estampó contra la pared, tapándole la boca con una mano y pegando con la otra una daga a su cuello.
- Mira, anciano. Yo no he tenido nada que ver como para que llames a los guardias, así que ahora mismo vas a ver mi mercancía, me la vas a comprar y me marcharé y no volveré jamás. ¿Lo has entendido?- El anciano asintió lentamente.- Bien, terminemos con esto, pues.
Kyel vendió sus gemas y cuando salió al exterior poco después que Tanthalas, se encontró con que dos guardias acababan de acudir a la llamada.
- ¿Qué diablos ocurre aquí?- Quiso saber uno de ellos.
- ¡Oh, guardias! ¡Debéis entrar ahí dentro! Un ladrón ha venido y amenazado al dependiente, y lo tiene acorralado mientras le saquea la tienda. ¿Verdad, Tanthalas? Díselo.- Dijo Kyel intentando salir del apuro.
- Si eso es cierto, ¿por qué ha salido tu amigo tan tranquilamente y tú detrás poco después?
- Porque... eh... el ladrón sólo quería robar, nos ha dejado salir a los clientes. ¡Rápido, debéis detenerle!
- ¡Basta de tonterías!- Replicó el guardia.- Quedáis ambos arrestados, acompañadnos.
Cuando los guardias avanzaban hacia ellos sacando las espadas, el recién reclutado compañero apareció de la nada.
- ¡Guardias! ¡Oh, qué tragedia!- Exclamó con su voz más dramática.- ¡Están secuestrando a un pobre niño! ¡Por favor, defended a esa inocente criatura!
Tras dudar un instante, los guardias envainaron. El que había hablado todo el rato dirigió una severa mirada a Kyel.
- Como vuelva a verte por aquí, te las verás conmigo.
En cuanto los guardias se marcharon, ellos hicieron lo propio y salieron de la zona.
- Gracias, supongo.- Dijo Kyel al pícaro con desgana.
- Por vuestra culpa ahora no he podido vender mis cosas.- Intervino Nazaaha, en un tono sarcástico y borde.- Espero que no vayáis amenazando a todo el que veamos o tendremos que huir de aquí también.
Se adentraron más en la ciudad, y caminaron hasta llegar a la zona noroeste de la misma, el barrio pobre. Allí Kyel divisó a lo que le parecía que era un sacerdote y se acercó a hablar con él, tal como hizo con el primer guardia.
- ¡Buenos días, padre!
- Buenos días, hijo. ¿Puedo ayudarte en algo?
- Parecéis un hombre de gran sabiduría, y me preguntaba si podríais ayudarme con esto.- Dijo señalándose el parche del ojo.
- Yo no diría de gran sabiduría, je, je.- Respondió el anciano alegremente.- Sólo soy un humilde sacerdote, servidor de Pellor. No albergo tal poder, pero el sumo sacerdote [Putonombre], que se halla en el templo de Pellor quizás pueda ayudaros. Está allí.
El sacerdote señaló al norte, donde el edificio más magistral del barrio se alzaba sobre los demás, con grandes ventanales que le conferían aspecto catedralicio.
- Muchas gracias, padre.
- Que Pellor esté contigo.
Marcharon hacia el edificio, entraron y avanzaron por la pasarela con bancos de madera a ambos lados, excepto Blitz, que se puso a otear la zona. Al final, vieron al fondo a un hombre muy anciando escribiendo en pergamino. Al verlos, se levantó y se acercó a ellos.
- Bienvenidos al templo de Pellor. ¿Puedo ayudaros en algo, jóvenes?
- Sí, padre. Buscamos al sumo sacerdote [Putonombre].
- Lo tenéis ante vuestros ojos.- Respondió el anciano esbozando una sonrisa.
- ¡Oh, su santidad! Perdí mi ojo, como podéis ver, en una cruenta batalla junto a mis compañeros. Deseo con gran fervor recuperar mi visión. ¿Podríais ayudarme?
- Claro que sí, hijo. Dime, ¿eres adorador de Pellor?
- Eh... sí. -Dijo tras dudar un instante, pero el sumo sacerdote vio la mentira en su ojo sano.
- ¿Por qué me mientes, hijo mío?
- Lo siento, padre, estoy muy desesperado por recuperar mi ojo. Adoro a Elhonna, y estoy muy arrepentido de haberos mentido.
- No te preocupes, aquí no juzgamos a nadie por sus creencias. Venga, ven conmigo.
[Putonombre] lo guió hasta uno de los bancos, lo sentó y puso la palma de su mano sobre el parche. La palma de la mano comenzó a emitir una luz blanca, y del dolor de la curación Kyel se agarró al banco con las manos y se puso a patalear y a gritar con una voz tan aguda como la de una soprano niña. Cuando todo terminó, Kyel se levantó y se quitó el parche.
- ¡Veo!- Exclamó con alegría.
- Grandioso es Pellor. Solo os pediremos un donativo para poder mantener el [Puto edificio]. Apenas tenemos ganancias y sobrevivimos como podemos. Tan solo serán diez monedas de oro.
- Puede que debido a esto salve la vida en el futuro. Os daré sesenta piezas de oro.
- Gracias, hijo mío, por tan generoso donativo.
Kira carraspeó, cortando la cháchara.
Hemos encontrado este trozo de pergamino en la habitación de un nigromante en las Cuevas del Caos. Ninguno sabemos identificar qué aparece. Dinos qué es.
[Putonombre] miró con severidad los ojos rojos del encapuchado, cogió el papel y fue a examinarlo a su escritorio. Mientras tanto Nazaaha hizo un extenso relato sobre lo que había acontecido en las Cuevas del Caos y la fortaleza, y entretanto Blitz volvió al grupo. Cuando terminó, el sumo sacerdote volvió a examinar el pergamino y se dirigió a los aventureros.
Aquí pone que os vayais a la tumba del semiliche Acererak. Dice eso exactamente, dice: "Iros a la tumba del semiliche Acererak. Menos Kira. Kira tiene que irse, que lo sustituya el pícaro." habla sobre cómo ha estado envenenando las cosechas para provocar la catástrofe de la fortaleza de la que venís. Menciona [info sobre la tumba del semiliche Acererak y cómo les indica cómo llegar y demás. De esto no recuerdo casi nada así que el que lo recuerde que lo redacte].
Oh, jóvenes aventureros. ¿Puedo pediros que os adentréis en la tumba y derrotéis a Acererak?
- Os debo gratitud eterna. Contad conmigo.- Dijo Kyel el primero.
Los demás se miraron los unos a los otros, y finalmente respondieron.
- Meh.
- Pos venga.
- Pos vale.
[Putonombre] sonrió y se acercó a una repisa. Al volver trajo consigo una varita y un amuleto.
- Ya que vais en mi nombre, os ayudaré en la medida en que pueda. Aquí tenéis una varita de resurreción. Si alguno de vosotros muere, podrá devolverlo a la vida. No obstante, tened mucha cautela, pues la muerte aguarda en cada rincón de la tumba, y la varita tiene ocho cargas. Ni una más, ni una menos.
Nazaaha tomó la varita y se la guardó.
- También os dejo este amuleto bendecido por Pellor. Eventualmente tendrá el poder para que podáis trasladaros instantáneamente desde la tumba hasta aquí. Pero cuidado, marchaos con reservas, pues sólo se activará cada cierto número de días.
- Elhonna y Pellor se llevan bien, yo lo llevaré.- Dijo Kyel, tomando el amuleto y colgándoselo al cuello.
- Bien, hijos míos. Que la Fuerza fortuna y el bien os acompañen por la tenebrosa tumba. Esperaré vuestro regreso sanos y salvos.
- Disculpadme. ¿Vendéis algún tipo de poción curativa aquí?- Quiso saber Blitz.
- Sí, el sacerdote Wallen os venderá las que necesitéis.- Dijo señalando a un sacerdote que se hallaba en una pequeña habitación, repleta de frascos en estanterías.- Comprended que necesitamos el dinero, como os he explicado antes.
- ¿Y vendéis también pociones con efectos especiales?- Preguntó de nuevo el pícaro.
- Nope.
Fueron a comprar unas cuantas pociones cada uno y salieron del edificio. Una vez fuera, se reunieron.
- Bueno, creo que deberíamos contratar a alguien para nuestra comienda.- Dijo Blitz.
- Podríamos buscar en tabernas, muelles, y sitios así.- Propuso Tanthalas.
- El paseo marítimo tiene ambas cosas.
- Pues vayamos allí en primer lugar, entonces.
Los demás estuvieron de acuerdo con los elfos, así que se dirigieron al paseo marítimo. Comenzaron a buscar, aunque entretanto Blitz provocó a Kyel y éste, molesto, intentó empujarle. Para cuando el pícaro consiguió evadirlo y tirarlo al suelo, los demás se habían acercado a hablar con un muchacho bastante musculoso que había en los muelles y que parecía trabajar allí de mozo.
- Chico, ¿cómo te llamas?- Preguntó Tanthalas.
- Thirion, señor.- Respondió el joven.- ¿Puedo ayudaros en algo?
- Eso depende. ¿Sabes manejar un arma?
- Aprendí a manejar la espada desde pequeño, sí. Por si alguna vez tenía que defender la mercancía.
- En ese caso sí. Somos un grupo de aventureros, y estamos a punto de embarcarnos en una misión bastante peligrosa. Si nos acompañas podrás conseguir suficientes riquezas para salir de la pobreza y vivir donde quieras y como quieras.
- La verdad es que nada me ata a aquí. Hago este trabajo porque es lo único que tengo para comprarme algo de comer.
- ¡Qué mono!- Dijo Nazaaha apretándole una mejilla con los dedos.
Entretanto volvieron los otros dos.
- Perfecto. Supongo que no tienes ninguna clase de equipo.- Thirion negó.- Bueno, toma diez monedas de plata y pasa la noche donque quieras. Lávate y aséate en condiciones, y mentalízate para afrontar el peligro. Nos veremos mañana en la puerta norte de la ciudad, al amanecer. Te llevaremos el equipamiento necesario. ¿De acuerdo?
- De acuerdo.- El mozo cogió las monedas y se fue corriendo.
- Espero que aparezca y no huya con mi dinero.- Suspiró Tanthalas.
Tras explicarle la situación a los dos que se la habían perdido, se marcharon en busca de un lugar en el que pasar la noche, pues el cielo ya oscurecía. Llegaron al barrio residencial y entraron en un local de hospedaje de bastante nivel. Las habitaciones eran un poco caras pero muy cómodas. Todos se acostaron enseguida.
A la mañana siguiente encontraron un cartel clavado en la puerta de la habitación de Kira que sólo decía: Me voy. A nadie le sorprendió esa actitud y a Blitz no le importaba, así que se fueron sin más.
Era poco antes del amanecer, así que todos se fueron a la puerta norte a reunirse con Thirion, excepto Kyel, que fue a toda velocidad a donde se hallaba el herrero, para comprar equipamiento para Thirion y recoger su katana reparada, y en el camino de vuelta compró raciones de comida para todos, para una semana. Cuando se reunió con los demás, Thirion estaba con ellos, y se dio cuenta de que estaba totalmente limpio y aseado para alivio de Thantalas, así que le dio la espada larga, el escudo de metal y la armadura de mallas que le había comprado.
Bien, en marcha.- Dijo Kira, que no estaba allí pero me he colado y lo he puesto Tanthalas..
No mucho más lejos de las puertas, vieron a un hombre con un carro que alquilaba, así que hicieron uso de sus servicios para que los transportara hasta la zona boscosa a la que se dirigían. Una vez allí, se adentraron en el bosque y merodearon hasta que vieron una serie de túmulos que resultaron ser grandes rocas. Cuando se acercaban a investigarlas, una bola de fuego impactó en el pecho de Thirion, derribándolo al suelo, al tiempo que aparecían de detrás de las rocas cuatro acólitos con túnicas escarlata, seguidores del nigromante de las Cuevas del Caos, buscando venganza.
La batalla duró poco. Blitz se separó del grupo para intentar flanquear, mientras que Kyel cargó de frente contra los dos que tenía más cerca, con una katana en cada mano, Tanthalas hizo uso de su fantástico arco que confería el poder de explotar a las flechas que lanzaba, y Nazaaha combatió con sus hechizos: Embrujó a un acólito y le ordenó que se inmolara, cosa que hizo justo cuando Blitz le estaba atacando con su daga por la espalda con tal fuerza que casi lo levantaba del suelo, con lo que salió despedido hacia atrás cuando el acólito se flameó. Entre Kyel y Tanthalas dieron buena cuenta de los otros tres, y para cuando el combate terminó, Thirion estaba levantándose del suelo.
- ¿Estás bien, Thirion?- Le preguntó Kyel. Thirion asintió.- No te preocupes, has tenido mala suerte, ya tendrás otra oportunidad de demostrar tu valía.
Se pusieron a investigar la zona y descubrieron tres entradas secretas subterráneas. Pasaron buena parte del rato excavando la que estaba más a la derecha, hasta que hubo suficente hueco para entrar. Estaba totalmente oscuro dentro, salvo por la poca luz del exterior.
- Conozco un hechizo que nos será de gran ayuda para esto.- Dijo de pronto Nazaaha.
La sacerdotisa hizo aparecer una luz permanente que servía de antorcha, y se adentraron en el interior. Dentro, sólo había un pasillo que llegaba hasta una puerta doble. Avanzaron con mucha cautela, buscando trampas y llegaron a la puerta sin problemas. Blitz observó en busca de trampas en la propia puerta y pomo de la misma pero no las encontró, pero cuando decidieron tirar del mismo, se escuchó un crujido al abrir la puerta, que mostró un muro de piedra. Medio segundo después de abrir la puerta falsa, el techo se derrumbó sobre sus cabezas, aplastándolos. Pudieron salir a duras penas, habiendo recibido severos daños y teniendo que curarse a base de hechizos y pociones, y finalmente volvieron al exterior.
- Una entrada falsa.- Se quejó Tanthalas.
- La primera en la frente.- Observó Kyel.
- Tenemos que tener muchísimo cuidado de aquí en adelante si no queremos morir sepultados, envenenados o descuartizados.- Dijo la curandera.
- Thirion, tú delante a partir de ahora.- Le espetó Blitz con una palmada en la espalda.- A ver si vas haciendo algo.
A Thirion no le gustó la forma en que se lo dijo, pero obedeció.
- Bueno, creo que la entrada verdadera es más probable que sea la del centro, así que deberíamos intentar por esa.- Prosiguió el pícaro.
Los demás no vieron objeción alguna, así que excavaron de nuevo en la entrada central hasta que de nuevo tuvieron apertura suficiente para entrar, con tan mala suerte que en el proceso el escudo de Thirion se partió, pese a que era de metal. Cuando estuvieron preparados, se pusieron en formación y se adentraron en la tumba.